La vivienda es preciosa. El jardín, las vistas desde el porche de la casa…increíble. Hemos pasado tres días en Diciembre, incluyendo la noche de fin de año, cuatro adultos y dos niños pequeños y no nos ha podido gustar más, hemos estado como en casa. Nuestra idea era salir a comer y pasear por ronda y alrededores y estábamos tan bien en la casa que casi ni nos movimos de allí.
La casa es muy acogedora y llena de detalles, los niños disfrutaron de lo lindo en el jardín, y en su pequeño “club secreto sólo para niños” (hay una pequeña casita para ellos llena de juguetes que les hizo sentir muy especiales), y siendo los encargados de darles de comer a los peces a diario.
Los baños no son fríos (muy importante porque he estado en otras casas rurales donde era casi imposible ducharse debido al frío que hacía en el baño) y la casa se calentaba enseguida con la chimenea y por la noche con los radiadores de aceite de las habitaciones (alguna vez no hizo falta ni encenderlos). Se nota que es una casa cuidada con mucho cariño.
Cristina nos hizo sentir muy agusto desde que llegamos, nos dio mucha confianza. Incluso el último día (día 1 de enero, recordemos que era festivo) tuvimos un pequeño problema que tardó diez minutos en solucionar. La atención por su parte, tanto durante la estancia como después fue magnífica y solo tengo palabras de agradecimiento hacia ella.
Como estuvimos en invierno no pudimos disfrutar, obviamente, de la piscina, no me quiero imaginar cómo será estar allí en verano disfrutando también del porche trasero al lado de la piscina. Estamos estudiando repetir la estancia para entonces :-)