Es un hotel de corte clásico, pero cuenta con unas instalaciones nuevas - buena calefacción y agua caliente; buena ropa de cama y de baño - que funcionan bien. El desayuno es también correcto. Está al lado - menos de cinco minutos andando - del centro de Praga: Museo nacional, y cabecera de Plaza Venceslaw: por lo que resulta cómodo. Además, en la zona alrededor tiene variedad de establecimientos para cenar. Lo recomiendo a cualquiera.